Como en una analogía del paraíso, los antiguos pobladores asistían a la naturaleza como su medio de supervivencia más inmediato, lógico y rico. De este modo, las plantas no sólo eran parte de la dieta general; también los utensilios más cruciales para crear arte, magia o curar las enfermedades. Eran la gran alacena y botiquín. A su vez, para todas las antiguas culturas, la naturaleza estaba inmersa en una suprasabiduría que los humanos irían descubriendo.
Por su parte, los conocimientos siempre limitados que tenemos de la naturaleza, por su deslumbrante perfección, han ido transmitiéndose, incluso a esta era industrial donde se está acostumbrado a los efectos inmediatos, cortoplacistas, fáciles, que también han influenciado a la rama de la medicina. Aun así, en México 90% de los habitantes emplea la medicina herbolaria. Es decir, la sabiduría en este renglón no se ha perdido, y sobrevive de entre las vitrinas de las grandes corporaciones farmacéuticas.
Hoy hacemos un recuento de las hierbas medicinales mexicanas más usuales -y sus beneficios- las cuales, por cierto, son las más sencillas de conseguir, por la familiaridad colectiva hacia ellas. Lo anterior como una manera de seguir promoviendo la medicina herbolaria para aquellas generaciones que aún no han tenido contacto con estos conocimientos milenarios, y así puedan continuar con una cadena de conocimiento que, afortunadamente, hoy persiste.
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Hierbabuena.
En infusión favorece las digestiones lentas, las inflamaciones del hígado y vesícula, los gases intestinales y alivia los mareos, combinando propiedades estimulantes y sedantes. Calma calambres musculares; es carminativa y estimulante del apetito; alivia el dolor de estómago y favorece las digestiones pesadas. También alivia la aerofagia.
Escancel.
Congona.
Sus hojas calentadas al rescoldo son usadas para calmar dolor de oído. Se usa igualmente para úlceras sangrantes y heridas de la flora intestinal y de la garganta.
Cáscara sagrada.
Mejora la digestión y ayuda a limpiar el colon; es un purgante eficaz, laxante y también aumenta el apetito.
Cancerina.
Para problemas gastrointestinales, úlceras en el estómago, gastroenteritis; tiene efectos anti inflamatorios y bactericidas.
Abedul.
Retención de líquidos, contra la obesidad, tratamientos de artritis y artrosis; reduce el ácido úrico, gripe, problemas digestivos, problemas en vías urinarias y riñones.
Pervinca.
Gobernadora.
Mejora el sistema renal, anemias, catarros y problemas respiratorios; contra dolores e inflamaciones.
Polygala.
Tumbavaqueros.
Para aliviar los nervios alterados, calmar la tos, mordeduras de víbora, “ajorrar” mujeres (evitar el embarazo, como anticonceptivo) y calambres. Ayuda a disminuir el dolor de cabeza y huesos y los mareos.
Pingüica.
Las frutas, hojas y raíces son usadas, desde la época culminante de los Mayas, para curar enfermedades de los riñones.
Ruda.
La ruda ha sido usada milenaramiente para magia blanca; se considera que purifica la energía. Antiespasmódica, combate la tos, estimulante del flujo menstrual, tónico circulatorio, anti inflamatoria, antibiótica, mal de aire, espanto, perrillas, dolor de cabeza; plaguicida natural y repelente de insectos. Ayuda en casos de gripe, resfriado, artritis, heridas, várices, ataques de epilepsia, fiebre falta de apetito y mal humor. Es muy útil para aliviar picaduras de alacranes; es antiparasitaria y mitiga dolores de pecho. Aumenta las contracciones del parto.
Menta maya.
Aile.
Para el tratamiento de la fiebre, lavar heridas o desinflamar golpes.
Encino.
Árnica.
Santa María.
Dolores menstruales, artritis reumatoide, migrañas, cólicos; favorece la menstruación y baja la fiebre, nerviosismo, histeria, decaimiento, catarro, indigestión, diarrea, aires, espantos; plaguicida natural y repelente de insectos.
Tomillo.
Antiespasmódico; tos, infecciones respiratorias, diarrea; cicatrizante de heridas, afecciones de la piel y del cuero cabelludo.
Toronjil morado, Melisa mexicana.
Estomáquico, antiespasmódico, nervios, afecciones digestivas (cólicos, dolor de estómago, bilis), dolores reumáticos, golpes, susto, espanto; apicultura; condimenticia.
Tronadora, retama.
Control de la diabetes, padecimientos digestivos (dolor de estómago, disentería, bilis, empachos, problemas del hígado), asma, tos; baja el ácido úrico, anemia, gastritis.
Tepozán.
Se emplean las hojas y la raíz, principalmente esta última, para regularizar la digestión y moderar el calor del cuerpo.
Zacate limón.
Albahaca.
Junto con la ruda y el romero, era utilizada por los antiguos curanderos para limpias energéticas; alivia los dolores de cabeza provocados por estrés o ansiedad.
Valeriana.
Sábila mexicana.
Para los trastornos de la piel como quemaduras, cortes, raspaduras y problemas de la piel. Actúa sobre la mucosa intestinal, regulando su funcionamiento, es bactericida y antivirósica, neutraliza el efecto de toxinas microbianas y virales, previene y controla la propagación de ciertas formas cancerígenas, mejora úlceras duodenales y estomacales y disminuye la acidez. Es un analgésico, antifebril y antiséptico; mejora el sistema inmune, es un agente de crecimiento de los tejidos y un cicatrizante, especialmente en úlceras bucales.
Capitana.
Achiote.
Las semillas se utilizan en la atención de quemaduras, úlceras o granos en la boca; dolor de cabeza, inflamación de anginas, “brotar el sarampión en niños”, contraveneno en la intoxicación con el piñón tropical, entre otros.
Copal.
Calmar la tos, gripe, bronquitis, enfermedades uterinas, dolor de cabeza, “calentura”, úlcera, granos, caída del cabello y para blanquear la cara.
Cuachalalate y Guayule.
Epazote.
Pasiflora.
Insomnio, malestares gastrointestinales, ansiedad, nerviosismo, convulsiones, histeria, asma; los síntomas de la menopausia, el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, excitación, latidos irregulares del corazón, presión arterial alta, fibromialgia y para aliviar el dolor.
Cilantro.
Romero fresco.